sábado, 31 de mayo de 2008

El Perfume del Mal

burren modo "herbolástico"

- ¡Guapa, que si me bajo te las bajo!
- No tienes por qué ser siempre así con todas las muchachas que pasen, Martín.
- No, Ramón, si al final va a resultar que eres maricón.
- No digas tonterías. Yo, maricón… Acaba con la mezcla que voy a avisar la grúa para que suba ladrillos.
- Si ya son las diez y cinco, vámono a casa, hombre.
- ¿Y qué hacemos con la mezcla?
- Pues la dejamos aquí. Si vamo avanzaos en la construcción. La entrega de llaves dicen que será en septiembre: estamos en abril y sólo nos quedan dos pisos, hombre.
- Pues tienes razón, y además llego tarde a la tienda – Ramón y Martín se ponen los cascos y se dirigen al elevador – De todas maneras no me gusta un pelo dejarme el cemento ahí, tan al aire libre.

Martín acciona la palanca “descenso”.

- ¿Cómo es que también trabajas en una tienda, ahora, a las diez de la maana, que has estao toda la noche trabajando? – pregunta Martín.
- Pues mira, entre la hipoteca del piso y el coche, me dirás.
- Si es que la vida está mu mal.

Cuando llegan abajo, fichan y se despiden. Normalmente a Ramón le da tiempo de pasar por casa para ducharse pero hoy se le había echado el tiempo encima. Va directamente a la tienda medicinal (herbafarmacia) “BuenasYerbas”, su lugar de trabajo, pero antes entra en una perfumería, coge el primer frasco que difumina buen olor y se lo pone en las axilas. Comienza a notar una cierta brisa montera y empieza a sentir que las líneas de la mano se le enredan entre nudo y nudo. Pestañea y todo vuelve a la normalidad. Lo achaca a la falta de sueño y decide hacerse un café rápido en un bar. Mientras se lo bebe se acuerda de la etiqueta del perfume “DNA”. Con el café en el estómago y la cafeína en la mente cumple sus seis horas como dependiente. Se va a casa a cenar y a acostarse bien pronto.
Al días siguiente, sale de su casa y ve que en su jardín han crecido varias setas, muy pequeñas ellas y aparentemente venenosas, aún por desarrollarse. Esa misma tarde, al entrar en la herbafarmacia comienza a notar picores en las axilas. Su cabeza entra en un profundo dolor que aumentaba con cada sonido brusco. Va al baño, despacio, y se moja la cabeza de arriba abajo y , en menos de dos segundos, su cabeza vuelve a estar seca. Siente que tiene que poner en tensión la clavícula y los brazos hasta que, finalmente, se escucha un “¡pop!” como de una palomita de maíz cuando toda su esponjosidad queda libre. A raíz de ese primer “¡pop!” le suceden muchos más, hasta que el pobre hombre se desmaya.
Cuando despierta abre los ojos inmediatamente pero no ve nada. Oscuridad tan solo. Intenta mirar su reloj, porque no se acuerda ni de la hora ni del día que es pero, al intentar mover el brazo y la cabeza, se da cuenta de que está atrapado y sin poder moverse. Sin embargo, su tranquilidad es total ya que no precisa ir al baño y no siente el más mínimo hambre. Sabiendo esto, se dedica a dormir lo que a él le parece largos intervalos de tiempo.
De vez en cuando recibe humedad proveniente de arriba. Esto, aunque parezca mentira, le refresca y, poco a poco, se acostumbra a este tipo de vida. Comienza a calcular que cada dos o tres humedades se pasa un día entero. Se concentra tanto que logra dormir entre humedad y humedad despertándose justo antes de dicha humedad para disfrutarla en su cabeza, su cuerpo y, finalmente, sus pies.
Un día normal (es decir, con tres humedades), escucha el sonido como de algo arrastrándose. El sonido va acercándose lentamente cada vez más. Algo le golpea la cabeza pero sin dureza ni violencia aparente. Nota cómo tiran de él hacia arriba y observa a dos hombres vestidos con mono azul, guantes y tijeras:

-Ya está para descuartizar y vender. Hay que limpiar la tierra y plantar a otro.
- Éste aún está un poco verde – dijo otra voz.
- Llevamos prisa, así que deprisa.

Ramón no se puede mover pero cuando le quitan las setas que le han crecido en el sobaco durante esa larga estancia en el país de relajación, asfixia y claustrofobia.
Le parece que le arrebatan la vida a sus más preciados hijos y que, aunque no los ha visto nunca, sabe que son fruto de sus entrañas.

4 comentarios:

Sergi T. dijo...

Me ha dado mucho asco...

Arlekin dijo...

Que raro eres... Pero mola! y lo que más mola de tus historias es que no se sabe nunca cómo acabarán.

(aún te tengo que pasar mi nido de arañas)

Anónimo dijo...

Eso a la plancha... mmmm

MISS BUH dijo...

mmmmm........., me parece k no estas muy bien eh?, eso haztelo mirar tio.......1bes-seta.