jueves, 9 de abril de 2009

Relato sobre el Derecho de la Información


burren modo "universitario"


Los alumnos de la asignatura universitaria Derecho de la Información esperaban la llegada de la profesora con gran interés. Hacían lo que hace cualquier pupilo universitario: Dani, Álex, Fran, Rafa, Javi, Xarli, Granfa, Serrano y Burriato jugaban al fútbol con una pelota precariamente manufacturada con todos los restos de papel de plata de sus bocadillos de salchichón y/o chorizo de todo el curso. El campo de fútbol era el fondo de la clase y las porterías eran cuatro sillas colocadas a modo de postes. En ese momento Dani y Álex jugaban contra Rafa y Serrano la semifinal. Los demás aplaudían, silbaban y empujaban y daban collejas a los jugadores si éstos se salían del improvisado terreno de juego. Israel pasaba del fútbol y se dedicaba a escribir groserías por las paredes. “Moco”, “caca” o “escroto” eran sus preferidas. De repente, Gillameau, que vigilaba en la puerta de la clase, comenzó a dar voces:

-¡Que viene, que viene!

Todos comenzaron a correr alocadamente hacia sus sillas. Cada uno cogió una silla al azar y se sentó. Menos Rafa. Rafa encontró una mesa pero no tenía silla. Entró la profesora con cara de pocos amigos y Rafa decidió colocarse de cuclillas apoyando sus codos en la mesa. En ese preciso instante en que la profesora entraba, Serrana lanzaba el estuche de Amparo a Dani, que estaba delante de una ventana abierta. Dani se apartó como no queriendo saber nada del estuche y éste atravesó la ventana y fue a parar al jardín. La profesora chasqueó sus dedos, señaló la ventana y, refiriéndose a Serrana, dijo:

-A por él.

Serrana abandonó la clase y fue en su busca. De pronto, la profesora, comenzó a vociferar a la clase, que si esto qué es, que si parecéis niños de la ESO, que si es normal estar jugando al fútbol en 4º de carrera, que si patatín patatán. Mientras iba echándoles la bronca, Rafa aguantaba como un campeón el peso de su cuerpo sobre sus cuádriceps y sus gemelos. Miró hacia su izquierda y vio que Javi se metió la mano en la entrepierna y sacó un fajo de pelo púbico, que lentamente desplazó hacia la capucha de la sudadera heavy de Granfa llenándola de pelos negros duros y rizados. Rafa dejó escapar una carcajada y la profesora se calló, dio un par de pasos y comenzó la carga contra Rafa:

-¿Tú de qué te ríes? ¿Te hace gracia que una personalidad tan importante como yo esté dando clase a un grupo de posadolescentes deficientes mentales?

Rafa agachó la cabeza. La profesora se colocó estratégicamente justo delante de una pared y desde el pupitre de Dani se veía una palabra que había escrito Isra, “escroto”, que quedaba justo al lado derecho de la cabeza de la profesora. Ahora fue Dani quien dejó escapar una carcajada. La profesora lo miró con odio contenido. Entró Serrana al aula con el estuche de Amparo en la mano, se lo dio y no encontró ninguna silla donde sentarse, vio a Rafa de cuclillas y se rió a carcajada suelta señalándolo. La profesora no podía más. Empezó a gritar como un cerdo al que están asesinando hasta que se orinó encima. Toda la clase quedó perpleja. Nunca habían visto algo similar. El charco llegaba hasta la mesa de Álex, que empezó a reírse y a señalar a la profesora mientras se ponía más y más rojo. La profesora dijo con voz muy bajita:

-Yo no tengo por qué aguantar esto. Soy Concha Velasco y tengo pérdidas de orina. Me voy de aquí.

Recogió sus cosas con calma y tranquilidad y se fue hacia la puerta. Antes de irse, dijo:

-Por cierto, una última cosita: que os folle un pez espada, cabrones.

Y se fue.



Actualmente los alumnos se juntan en la cafetería recordando cómo se meó la profesora en clase y cómo la contrató una empresa farmacéutica para que hiciera un anuncio sobre las pérdidas de orina. La profesora se hizo millonaria y se meaba donde quería. Los alumnos estudian 5º de carrera con un “No presentado” en la nota de Derecho de la Información.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Relato sobre la vida y la muerte


burren modo "respuestas"

Esta es la historia de un alemán llamado Kasimir al que le gustaba que le metieran el dedo por el culo. Era una costumbre familiar, pero él la decidió llevar hasta tal extremo que por poco destruye el universo. Pero empezaré por el principio.

Cuando era niño jugaba en el equipo de fútbol de su colegio como interior derecho. Durante un partido de fútbol se colocó debajo de la portería para defender un corner. Un delantero del equipo rival remató y la pelota le dio en la barriga desplazando y apretando fuertemente su trasero al poste izquierdo. De repente sintió como si se hiciera de día en su interior. Con la sonrisa puesto se fue paseando por los parques de su ciudad medio cojeando pero más feliz que una perdiz.

Cuando tuvo novia, le pidió por favor que durante los coitos le introdujera el dedo pulgar por el recto ya que eso le satisfacía enormemente. Su novia, un tanto perpleja, aceptó y lo hizo. Al poco tiempo Kasimir le pidió que le metiera más de un dedo porque su ano se iba haciendo cada vez más y más grande hasta que llegó un momento en que tenía que meterle todo el puño (y en ocasiones el brazo hasta el codo) para que sintiera placer. La novia se cansó porque pensó que podría ser homosexual, por lo que le dejó por otro chico al que no le gustaba que le metieran cosas por el culo. Kasimir no sintió en absoluto la pérdida de su novia, ya que cuando ella se marchó fue a la nevera y vio una banana aún verde y dura, y como aún estaba sin ropa probó suerte con ella. Le satisfizo pero no lo suficiente. Se vistió y bajó a la ferretería, compró una tubería rugosa pero se cansó de ella a la tercera vez.

Ya en la universidad, su clase organizó un viaje a Nueva York, donde la Estatua de la Libertad salvaguardaba el océano Atlántico. Subieron hasta la cabeza para observar las preciosas vistas pero Kasimir se zafó del grupo y subió aún más arriba, donde estaba la antorcha. Se bajó los pantalones y se la introdujo. Algo extraño sucedió entonces: Kasimir notó que descendía progresivamente y en cuestión de veinticinco segundos la Estatua de la Libertad desapareció por completo así como toda la gente que había dentro. Kasimir se los había metido por el culo.

Después de eso decidió viajar de ciudad en ciudad visitando los monumentos más grandes del mundo. Las ocho maravillas le duraron siete días. Además de eso, fue probando con otros monumentos más o menos grandes y en cosa menos de dos meses el planeta Tierra se quedó sin historia cultural.

A pesar de su afición por introducirse edificios y monumentos históricos por el recto, Kasimir era una persona muy solidaria, por lo que decidió viajar a África con la esperanza de acabar de una vez con el hambre en el mundo. Dicho y hecho, se metió a todo el mundo que pasaba hambre por el culo y cuando acabó con ellos, con toda la demás gente del planeta. Llegó el momento en que se encontraba sólo en la Tierra. Sentía mucha lástima porque no quedaban cosas alargadas que llevarse a la boca (a la de abajo, claro está).

Mas de pronto, en el bosque Negro observó que un arbolito intentaba crecer, pero sólo medía unos cinco centímetros. Pensó “algo es algo”, se bajó los pantalones y se agachó. Todas las raíces que quedaban en el bosque y en todo el planeta fueron siendo absorbidas por su culo hasta que el planeta desapareció por completo y el explotó desapareciendo también debido a la presión.

Y aquí se creó el primer agujero negro de la historia, en el culo de Kasimir.