sábado, 31 de mayo de 2008

El Perfume del Mal

burren modo "herbolástico"

- ¡Guapa, que si me bajo te las bajo!
- No tienes por qué ser siempre así con todas las muchachas que pasen, Martín.
- No, Ramón, si al final va a resultar que eres maricón.
- No digas tonterías. Yo, maricón… Acaba con la mezcla que voy a avisar la grúa para que suba ladrillos.
- Si ya son las diez y cinco, vámono a casa, hombre.
- ¿Y qué hacemos con la mezcla?
- Pues la dejamos aquí. Si vamo avanzaos en la construcción. La entrega de llaves dicen que será en septiembre: estamos en abril y sólo nos quedan dos pisos, hombre.
- Pues tienes razón, y además llego tarde a la tienda – Ramón y Martín se ponen los cascos y se dirigen al elevador – De todas maneras no me gusta un pelo dejarme el cemento ahí, tan al aire libre.

Martín acciona la palanca “descenso”.

- ¿Cómo es que también trabajas en una tienda, ahora, a las diez de la maana, que has estao toda la noche trabajando? – pregunta Martín.
- Pues mira, entre la hipoteca del piso y el coche, me dirás.
- Si es que la vida está mu mal.

Cuando llegan abajo, fichan y se despiden. Normalmente a Ramón le da tiempo de pasar por casa para ducharse pero hoy se le había echado el tiempo encima. Va directamente a la tienda medicinal (herbafarmacia) “BuenasYerbas”, su lugar de trabajo, pero antes entra en una perfumería, coge el primer frasco que difumina buen olor y se lo pone en las axilas. Comienza a notar una cierta brisa montera y empieza a sentir que las líneas de la mano se le enredan entre nudo y nudo. Pestañea y todo vuelve a la normalidad. Lo achaca a la falta de sueño y decide hacerse un café rápido en un bar. Mientras se lo bebe se acuerda de la etiqueta del perfume “DNA”. Con el café en el estómago y la cafeína en la mente cumple sus seis horas como dependiente. Se va a casa a cenar y a acostarse bien pronto.
Al días siguiente, sale de su casa y ve que en su jardín han crecido varias setas, muy pequeñas ellas y aparentemente venenosas, aún por desarrollarse. Esa misma tarde, al entrar en la herbafarmacia comienza a notar picores en las axilas. Su cabeza entra en un profundo dolor que aumentaba con cada sonido brusco. Va al baño, despacio, y se moja la cabeza de arriba abajo y , en menos de dos segundos, su cabeza vuelve a estar seca. Siente que tiene que poner en tensión la clavícula y los brazos hasta que, finalmente, se escucha un “¡pop!” como de una palomita de maíz cuando toda su esponjosidad queda libre. A raíz de ese primer “¡pop!” le suceden muchos más, hasta que el pobre hombre se desmaya.
Cuando despierta abre los ojos inmediatamente pero no ve nada. Oscuridad tan solo. Intenta mirar su reloj, porque no se acuerda ni de la hora ni del día que es pero, al intentar mover el brazo y la cabeza, se da cuenta de que está atrapado y sin poder moverse. Sin embargo, su tranquilidad es total ya que no precisa ir al baño y no siente el más mínimo hambre. Sabiendo esto, se dedica a dormir lo que a él le parece largos intervalos de tiempo.
De vez en cuando recibe humedad proveniente de arriba. Esto, aunque parezca mentira, le refresca y, poco a poco, se acostumbra a este tipo de vida. Comienza a calcular que cada dos o tres humedades se pasa un día entero. Se concentra tanto que logra dormir entre humedad y humedad despertándose justo antes de dicha humedad para disfrutarla en su cabeza, su cuerpo y, finalmente, sus pies.
Un día normal (es decir, con tres humedades), escucha el sonido como de algo arrastrándose. El sonido va acercándose lentamente cada vez más. Algo le golpea la cabeza pero sin dureza ni violencia aparente. Nota cómo tiran de él hacia arriba y observa a dos hombres vestidos con mono azul, guantes y tijeras:

-Ya está para descuartizar y vender. Hay que limpiar la tierra y plantar a otro.
- Éste aún está un poco verde – dijo otra voz.
- Llevamos prisa, así que deprisa.

Ramón no se puede mover pero cuando le quitan las setas que le han crecido en el sobaco durante esa larga estancia en el país de relajación, asfixia y claustrofobia.
Le parece que le arrebatan la vida a sus más preciados hijos y que, aunque no los ha visto nunca, sabe que son fruto de sus entrañas.

domingo, 18 de mayo de 2008

Diario de Polonia

burren modo "belicismo"

Día 30 de junio de 1941:

Hoy hemos llegado al campamento de Koldichero, Polonia. Mi pelotón está dirigido por un sangriento sargento llamado Fernando Gutiérrez Bravo. Consiguió trece medallas gracias a los méritos que demostró durante la guerra civil luchando contra la República el muy cabrón. Es muy buen militar pero como persona es detestable: no duda en asesinar a toda una familia si desconfía lo más mínimo. Como ayer, en una pequeña aldea judía, que fusiló a tres niños y sus padres porque vivían en la miseria y eso, según él, es intolerable. No me pareció bien que actuase de esa manera, ya que nuestro objetivo en estas tierras, tan lejos de nuestro hogar, son, otra vez, los comunistas. Me veo en la obligación de luchar ahora contra quienes antaño simpatizaba, en los felices años de nuestra Segunda República. No tengo elección.
Samuel García, un soldado de artillería, ha hecho de traductor simultáneo alemán-español, dándonos así las órdenes que debíamos cumplir en la Operación Barbarroja.


Día 7 de julio de 1941:

Me encuentro ahora mismo, mientras escribo estas líneas en la libreta, escondido en una trinchera, escuchando los atronadores estallidos de bombas y gritos de seres humanos. Todo el pelotón esperamos a que el sargento Gutiérrez (que además de sargento es francotirador de asedio) elimine a un francotirador soviético. Los planes que tiene son que alguien se descubra para que el francotirador ruso le dispare y, así, descubrir su posición. Para ello ha enviado a un soldado raso vestido de cabo. En menos de dos minutos ha sido atravesado por una bala y en menos de dos segundos después, nuestro sargento ha abatido al francotirador enemigo con un disparo entre ceja y ceja. Un sanitario ha ido corriendo hasta nuestro hombre, pero sólo le ha puesto morfina para que muera dulcemente. Hoy es San Fermín y yo aquí, haciendo la guerra de los fascistas en lugar de jugar con las bestias vacunas. Qué frío hace.

Día 21 de julio de 1941:

Ayer, al fin, pudimos realizar un avance estratégico eliminando unos cien rusos con nuestra artillería. Los cogimos de sorpresa: fuimos por detrás de ellos, rodeándoles, y dejamos una mina antipersona en la misma puerta de la carpa donde estaban. Al explotar se abrió un boquete en la pared y la Lutwafen alemana remató la faena desde el aire. Ha sido una gran estrategia improvisada del sargento Gutiérrez. Los pocos soviéticos que han quedado vivos han huido quemando las casas y dejándonos prácticamente en la intemperie. Presiento que vamos a tener que volver por donde hemos venido.

Día 3 de agosto de 1941:

La munición y el alimento escasean, por no mencionar el cansancio acumulado, el frío y la jodida técnica de la tierra quemada de los rusos. En el horizonte se distingue una multitud de enemigos superiores en número a nosotros. Creo, sinceramente, que si ganamos esta batalla no seguiremos mucho más adelante.

Día 5 de agosto de 1941:

Estamos acorralados en una ladera. Se habla mucho de que mañana van a entrar a tomar prisioneros, pero Gutiérrez dice que nada de eso, que resistiremos hasta el fin.


Día 8 de agosto de 1941:

No sé cómo todavía, pero hemos vencido. Estábamos, dos días antes, disparando, hiriendo y asesinado cuando, de pronto, oímos el salvador ruido del Messencher 109, caza alemán, sobre nuestras cabezas. A todos se nos puso el empeño en el corazón de salir a por ellos. El sargento Gutiérrez dejó su rifle y se encaminó vertiginosamente y sin intención de esquivar las balas hacia las trincheras enemigas con una navaja cogida por los dientes. Lo han abatido, pero hemos vencido. Y esto es lo que más me molesta.

lunes, 12 de mayo de 2008

This is England

burren modo "correspondencia"
Querido Mángris:

Al fin me he decidido a escribir una jodida carta, colega. MCETLP siento el retraso pero la realidad es que aquí el ritmo de vida es bastante desgarrador. Desgarrador porque se te desagarra el ojete del culo de tanto pan de sandwich integral que te metes por la boca. Es lógico, comes por la boca, cagas por la otra boca, por la de cagar.
¿Qué tal, Mángris? Espero que esta carta llegue a nuestra ciudad después de mí, porque a saber cuando encuentro un Post Office de esos raros de cojones y a ver cuán haches de pe pueden llegan los ingleses a ser en cuanto al tema de la jodidas perras. Cuando digo perras quiero decir dinero, no pienses como tú. No seas como tú al leer esta carta. No la interpretes… o sí, pero contesta a una pregunta primero:






¿Cuál fue la última carta que voló por le mundo? Sin duda, la carta de algún costroso que haya escrito en la lejanía y lozanía de unas tierras que creía infértiles para un futuro futuro. Pero también tiene cosas que te joden, como por ejemplo el hecho de que casi nadie conozca ninguna jodida cultura más que la suya propia, porque aquí todo el jodido mundo va a su jodido rollo. En el jodido Underground de los cojones, por ejemplo, la jodida gente corre, las ancianas corren, tú sientes miedo de que alguna jodida anciana con los rizos recién hechos se eche al suelo diciendo que tiene una jodida bomba. Joder. No ha pasado, pero también espero no ocurra. Fuck. Pues eso. Te voy a remitir en el anexo nº1 (al que a partir de ahora llamaremos n1) encontrado en un papelutxo que data de V/ X/ MMVII y no tiene título:

n1

“Anoche cuando no llovía,
Hacía una horrible humedad,
A las seis de la mañana
El cielo comenzó a clarear,
Era un azul medio verdoso
Un verde muy azulado
Que llenaba todo el ambiente
De aire limpio y reluciente.
A cinco minutos del alba
Mis ojos anochecieron para sí mismos
Inyectaron porciones de calma
Cubriendo de sueños mis delirios.
Seis horas después, justo a mediodía,
Amaneció de nuevo,
Pero solamente en mi cuerpo
Entonces, sucedió…
Las hadas sin alas miraron,
Las hadas sin alas pactaron,
Las hadas sin alas hablaron,
Las hadas sin alas me despertaron.”
Fin del n1

Bien, hay que aclarar esto. Aquí estaba en el pafeto de turno y me dio la vena y tuve que escribir esa cosa tan rara hasta que unas gallegas, que están en el viaje también, se me quedaron mirando, joder. Que miren a sus viej… Eso. Cambiando de tema radicalmente, vi una camiseta en la que ponía “If you think I’m a bitch, you wait to meet my mother”. Era buenísima, pero fuck.
Eso, ahora mismo es día 17 de octubre de 2007, y son las 02:47am en nuestro hogar. Yo estoy como en Canarias, y no precisamente por el clima. Mira te voy a relatar mi estancia en tercera persona con el anexo nº 2, o n2, que es del mismo papelutxo que el n1:

n2

“Un trozo de carne y de queso importado, todo eso ente otros dos trozos, esta vez de pan, fue lo único que vieron sus ojos antes de tragar, pero había lo de siempre, y Gróuben (Gróuben soy yo) engulló todo lo demás sin siquiera mirarlo. Una especie de zumo instantáneo cuya dependencia hacia él psíquica y mental era similar a la del “tomacco” de los Simpsons.
Después del desayuno, encaminóse Gróuben hacia las calles participando gregariamente en una especie de ritual de curiosidad, llamado escuela, que consiste en ir a aprender más… o a pasar el rato. Allí, durante tres horas estuvo prestando atención a un profesor, Steve, que además de enseñar, era gracioso y estaba obsesionado con que leyeran textos sobre espías, y sobre 007 en concreto, estaba realmente afectado aunque no lo aparentara. Les hacía repetir los números siempre tres veces. Del uno al x, y cuando llegaban al seis y decían “Six, six, six”, él respondía “The Number of the Beast!”. Eso cada clase. Una vez Gróuben le dijo que “Six, six, five, the Neighbour of the Beast” y él lo hizo repetir a toda la clase. Estaba enfermo.
Cuando acabaron las clases, Gróuben se transportó literal y metafóricamente por muuuuchos colores yendo a parar a “Altab Ali Park”, en el barrio de Whitechapel, donde Jack el Destripador acabó con muchas vidas y donde hoy día se pueden ver algunas tumbas.



Otro día, Gróuben visitó el Parque Verde. Césped verde por doquier, en el que Gróuben se puso a dar volteretas. Y es que aquello era demasiado para él. Se sentía en un lugar donde los árboles no tenían que competir, ellos con hojas, contra los humanos, estos con colillas, porque ninguno de ellos ha logrado poner un pié allí desde que el sol se vistió de verde en un día de igual luminosidad que puede ser el prestigioso aroma que desprende todo lo que el verde desprende. Allí se quedó durante horas.”

Fin del n2

Estoy pensando que mejor te la envío por e-mail.
Continuará.
A continuación, Mángris, te voy a relatar lo que ha sucedido así extrañamente porque me lo voy a inventar mientras vayan surgiendo las palabras de mis dedos y que se llamará n3:

n3

“Gróuben estaba de nuevo en un sitio verde, esta vez no era el Parque Verde, era otro lugar más pequeño, pero de igual sonoridad visual. Allí almorzó lo poco que quedaba en su mochila. Galletas, jamón serrano*, pan del de cagar, papas Lays, que aquí se llaman Walkers (no comprende nadie el por qué) y agua en botella de litro. Después de eso, encaminó sus pasos hacia el Museo Británico, en el que ya había estado dos semanas atrás. Esa segunda vez fue una visita corta, el tiempo justo de ver por lo que le faltaba de la zona griega, donde recordó e imaginó portadas de libros de cultura clásica. Después vio la piedra x, (donde x véase luego obtendrás el nombre) la cual le regaló su última letra, Ώ'. Esa letra yacerá por siempre en el pantalón vaquero de Gróuben.
Otro día, mucho antes a eso, Gróuben visitó el Museo/Casa del psicoloco de Freud. Vio su diván, bueno el de sus pacientes, un árbol genealógico de la familia, una máquina de tejer, sus libros, sus libros que no escribió él, tres libros que estaba permitido tocar, y escribir, una viejecita francesa, una mujer inglesa y un hombre que con media cara quemada era portugués y todo. Allí, Gróuben adquirió una cajita muy bien decorada con juanolas dentro. Pero las juanolas eran diferentes. Allí eran blancas y redondas en lugar de romboidales y negras.”

Fin del n3

Estoy en casa, he llegado hace apenas 3 horas. No he encontrado tiempo ni lugar para escribir últimamente, espero que hoy te escriba un poco más, con el n4. Data de II/X/MMVII y sí que tiene título:

n4

YOU’RE THE BEST AND THIS IS NOT A FILM:

“Tu manera de abrasar.
Tus dos grandes perlas
que ahí llevas, como el mar
Paseándose por la tierra…
Me empieza a matar
desde tu más oscura marea
creando una batalla tal
Que hasta luces caen, y tormentos.
Has estado expectante
con tus dos joyas, mirándome.
Mas yo hice y hago lo mismo
en cada preciso instante.
Puede que sean tus labios.
Quizás tú, realidad desbocada,
pero esa manera de penetrar
Me consume todo el alma.
Y ahora no puedo despertar.
Me has robado el sueño
y te has metido ahí dentro
para poderte imaginar
en cada oscuro deseo.”

Fin del n4

Eso lo escribí en el jardín de la casa de mi mujer (la mujer con la que vivía, entiéndeme) una noche acabaditos de llegar de un tugurio de West Hampstead, un barrio que quedaba entre Wembley Park y Queensbury¨¨. En ese tugurio apareció una chica, a la que no podía dejar de mirar en la escuela, y vino directamente a mí, con una amiga. Me habló, estuvo diciendo “Perfect” a cada respuesta que le daba a sus preguntas con un tono que además de sensual, femenino y singular estaba entremezclado con unos ojos cuyo color es imposible recordar desde el primer día. Cuando creía ver el color de sus ojos, il mio cerebro dejaba esa faena y se ponía modo drogadicción de productos subcutáneos de demás yonquis y drogodependientes. Era un jodido amanecer en el punto más remoto del sistema mundial de conocimientos y causas del atontamiento global del planeta. Sublimes. Ella tenía una fragancia fresca y relajante, bonita, sin embargo la fragancia de su mirada era mucho más poderosa que todo eso. Era el continuo fuego que desprende una vela lo suficientemente hermosa como para iluminar el sistema solar durante miles de años. Posiblemente hasta la mismísima Venus le tenga un poquito de envidia. En fin, diosa de la noche marchó a su país, Italia, dos días después.





n5

“Gróuben se levantó, se cepilló los dientes, se tomó un café y unas tostadas de jamón serrano, queso, y aceite de oliva exquisitas. Ese día, visitaría él sólo Westbourne Park. Cogió la línea gris hasta Wembley, ahí la morada hasta Baker, y ahí la rosa. Pero primero tocaban las clases. Salió de casa escuchando a los irlandeses The Cranberries, mientras caminaba hacia la estación. Esa vez no fue por el atajo, pero cogió el autobús al lado de su casa, que lo dejó en la estación de metro. Allí lo de siempre. Gente, gente y más gente. Muchos corriendo, pocos andando, todos tropezándose, todos diciendo “Excuse me”… hasta los cojones acabó Gróuben del “ixkiúsmi”, escrito de esa manera orientándolo así hacia la pronunciación castellana. Llegó a la escuela cogiendo otro autobús en Finchley Road. Cuando llegó, fue directo a clase. Estaba Mark de profesor, un hombre inglés que sabía bastante castellano aunque casi nunca hablara en ese idioma. Le gustaban los chistes y hacer teatro en clase. Hablaba despacio, por lo que Gróuben le entendía correctamente menos alguna palabra clave. Gróuben escribió junto a Ming Woo (coreano) una historia sobre un cura que se casaba con una serpiente, la cual sólo está en inglés.


No dio tiempo a más, salvo a perderse y “empatar” (como decían las gallegas) las noches no durmiendo y haciendo tiempo en las paradas de metro o inclusive en un autobús cuyo destino desconocía y que, a pesar de ello, no me importaba viajar. Pero luego, claro, llegaba a un punto lejano y tenía que coger el metro para volver a casa bien entrado el día. Y un día cualquiera, como aquel, me abrazaron y me dijeron Good bye. Me metieron en un avión y me devolvieron a nuestro hogar.

Muchos robles por aquí

burren modo "campillo"

En una tierra lejana, entre la antigua Yugoslavia y la parte más al este de Italia, nacieron dos estados sin fronteras hace más de cinco milenios. Estaban unidos entre sí y, sin embargo, eran opuestos. Su existencia pasó inadvertida por la mayoría de la población humana. Estos dos estados se llamaban Jauja y Babia.
En el primero no había gente que no parara de bailar y reír. En cambio, la gente acudía a Babia cuando ya no podían bailar ni reír más. Iban pues, a descansar. Sin embargo la existencia de estos dos estados separados y unidos, no duró más de cinco días, a lo sumo, con sus cuatro noches. Se complementaban opuestamente el uno al otro inclusive en el clima: en Babia los días eran calurosamente sofocantes, nunca anochecía. El sol radiante impregnaba con sus rayos rojos anaranjados amarillamente todo el paisaje del estado. La tierra seca se secaba más todavía. Los animales buscaban a la desesperada agua con la que poder paliar el bochorno corporal masivo. Pero no había suficiente líquido elemento para todos ellos. Lo que sí había eran colas. Colas de muchedumbre expectante. Unas colas tremendas en las que la piel de la gente se tostaba pasando por la quemazón inicial y el posterior cambio de piel similar al de las serpientes.
En Babia jamás anochecía y el calor era el amo y señor que regentaba el superpoblado estado. Pero si una cosa buena tiene el calor es que produce sueño. Al menos en Babia, el calor produce mucho sueño. Sus habitantes nómadas la visitaban principalmente para dormir. En cambio, Jauja se distanciaba metafísicamente del aspecto de su hermano siamés, geográficamente hablando, en casi todo excepto en las colas. Había colas por doquier y en cualquier dirección. Por lo demás, como el Jing y el Jang. Polos opuestos. Blanco y negro. Maniqueísmo en estado puro. Y anarquía. La gente bailaba, reía a carcajadas, lloraba, bebía, corría, saltaba, fumaba, se apasionaba, se agitaba, se besaba, no paraba. Y es que esa la única ley del país gobernado por esta anarquía pasajera: no estarse quieto nunca jamás. De lo contrario, una ambulancia fletada por un pacto de colaboración entre Jauja y Babia transportaba a los ciudadanos de un estado a otro. Y viceversa. Las personas que se agitaban mucho en Babia eran llevados rápidamente a Jauja para respetar la otra única norma, esta vez de Babia: como habréis imaginado, allí no se podía armar escándalo, hecho que algunos quisieron ver relativo y que manifestaron ese agravio relativista gritando cosas como “¡cuerda!” y similares expresiones, eso cuando no pegaban un grito ausente en cualquier diccionario. Esto es o, mejor dicho, fue, Jauja y Babia. Pero comenzaré la historia por el principio.


“Llegaron a Babia Willi, Barragán y Lolita en su carromato compartido. Era casi medianoche, sus seis compañeros (Andrea, Mohamed, Josep, Clara, Mara y Tana), les estaban esperando allí y ya tenían ganas de dejar los trastos en el campamento base establecido de una forma entre precaria y muy precaria para encaminar sus pasos hacia Jauja. Una vez montadas las cabañas comenzaron a beber y a disfrutar allí mismo, en zona babinícola, de las canciones que cantaban imbuidos por el placer en reposo de pensar lo bien que lo iban a pasar en Jauja:

Somos balleneros,
llevamos arpones,
mas como aquí en Babia no hay ballenas
cantamos canciones.


Mamá se llevó las pilas.
¡Qué caradura!
Mamá se llevó esas pilas
que tanto duran.

Estaban pasándoselo tan bien que se olvidaron por completo de respetar la única norma de Babia: no armar escándalo. De repente y por sorpresa apareció una diligencia blindada que derrapó al lado del campamento base y los caballos frenaron en seco. De él salieron policías vestidos entre guardabosques y antidisturbios con trabucos cargados de pólvora. Fueron tan rápidamente hacia ellos que no pudieron reaccionar. Los cogieron violentamente uno a uno tirándoles las copas al suelo y cogiendo las botellas para meterlas en bolsas. Con cuerdas fueron atándoles las manos y los subieron a la diligencia junto a las dos bolsas que cogieron del campamento. Atrás montaron dos policías, que apuntaban a los compañeros.

-¡En marcha! – gritó uno de los policías de atrás después de cerrar bien la puerta.

Durante el camino ningún compañero habló. El copiloto, en cambio, comenzó a hablarles desde fuera.

-A ver muchachos, ¿de dónde sois vosotros? – preguntó sin dejar de mirar el camino de tierra.

-De Ulán Bator, por lo menos.

-Por lo menos… perfecto. Pues os explico – el copiloto se puso fraternal con los compañeros – la norma es la misma en los dos países, pero al revés. En Babia no podéis hacer lo que estabais haciendo. En Babia se descansa. Y como mucho te mojas el pelo. Si queréis hablar alto o beber – se giró hacia ellos – como estabais haciendo, tenéis que ir a Jauja, que para eso está. ¿O es que os creéis que las cosas las hacemos sin pensar?

-No, no… – contestó Willi.

-Calla – le cortó el copiloto – ¿no ves que estoy hablando?

-Sí, sí… – dijo Willi.

-Que te calles, tonto. Como vuelvas a responderme te dejo aquí mismo y a la próxima te empapelo, chaval. ¿Lo has entendido? – silencio – Muy bien. Y vosotros, ¿lo habéis entendido? – silencio – Así me gusta. ¡So! – los caballos frenaron frente a una carpa llena de bandas de música atestada de gente sonriente.

Los policías de atrás los sacaron afuera y les cortaron las cuerdas de las manos. Les tiraron las bolsas al suelo. El copiloto les dijo desde su posición:
-Y cuidadito aquí con quedarse quieto, que ya ha pasado medio minuto desde que os han bajado y estáis ahí parados. ¡Cuerdaaaaa!



Los policías de atrás comenzaron a aporrearles hasta que cogieron las bolsas y se fueron dando saltos hacia una carpa donde sonaba música. Willi sangraba por la nariz cuando pararon, a las puertas de la carpa. Sacaron las bebidas de la bolsa, brindaron y cantaron:

Un barquito
lleno de pastelitos
caramelos y un bombón.

La historia de Nelson y su amigo al que tanto amaba.
Eran más amigos cuantos más años pasaban.

Allí se juntaron con más y más amigos, que bailaban, daban palmas, agitaban sus faldas o sus camisas, arrimaban cebolleta, dejaban arrimar cebolleta, otras no dejaban arrimar cebolleta y discutían mientras bailaban:

-Es que los tullidos no me van.

-Pero… ¿qué me ves de tullido, mujer?

-La cebolleta – dijo gritándole mientras señalaba su bragueta. Se echó a reír como una loca, hecho que aprovechó Willi para intentar arrimar su cebolleta, pero también le salió el tiro por la culata. Después de bailar un poco con ella tuvo que despedirse para infectar su cuerpo con ácidos ilegales. Le acompañaron al abrevadero Lolita y Barragán. Lolita accedió a ese ácido y Barragán negó rotundamente, pero mientras tanto se lió un pitillo aliñado con especias. Sonaba una pianola.

Tiempo después estaban de nuevo donde antes, pero se estaban embabiloniando un poco, de manera que Barragán le pidió a Willi un beso de amigo. Willi no quiso y Barragán se quedó triste. Lolita, que observaba el panorama, le dijo a Barragán poniéndole ojillos:

-A mí también me apetece un beso, ¿me das uno?

-¿Me lo das tú a mí? – preguntó Barragán.

Se formó una espiral de colores alrededor de los dos compañeros mientras los demás les observaban apurando las últimas gotas de sus vasos. La orquesta empezó a tocar un tema popular y todos comenzaron a dar palmas y a bailar: las mujeres y hombres que tenían falda las agitaban folclóricamente, los que no, gritaban cosas como “¡Ole! ¡Dale ahí, niña! ¡Cuerda!”.


Jo tenia un xiqueta,
Que li deien Melic.
Estava en la meua panxa,
açí, açí al mig.

Quan em menge una carxofa
Melic es possa molt feliç.
I es que ara és la hora
d’anar a fer pipí.

Tanto se enjaujaron esa noche que otra diligencia, esta vez de primeros auxilios, tuvo que llevarles de vuelta a Babia. Una vez allí, cada uno durmió con quien buenamente pudo buscando el calor humano en sus propios compañeros. Y así, descansaron, en el perpetuo calor del día babilonio.
Después de setenta y dos horas ora en Babia, ora en Jauja, las autoridades estatales decidieron dar por concluida la peregrinación epicúrea. Lo hicieron como era habitual en estos casos: primero, los antidisturbios tomaron los caminos de acceso al pueblo y fueron dirigiendo a la gente hacia las afueras. Cuando todos hubieron salido rociaron los árboles con un líquido especial ignífugo, y prendieron fuego por completo a los estados.
Todo, excepto los árboles, robles en su mayoría, se convirtió en polvo, y el polvo dio paso a los nuevos caminos que se formaron y que varían cada año. Por ello, cada vez es más difícil acceder a esta peregrinación masiva, sumando también que las fechas pertenecen a un calendario lunar diferente al nuestro. Aun con todo, yo estuve allí este año y no ha cambiado mucho de cómo lo cuentan los escasos nativos que guardan el terreno y que aquí les he relatado.