domingo, 18 de mayo de 2008

Diario de Polonia

burren modo "belicismo"

Día 30 de junio de 1941:

Hoy hemos llegado al campamento de Koldichero, Polonia. Mi pelotón está dirigido por un sangriento sargento llamado Fernando Gutiérrez Bravo. Consiguió trece medallas gracias a los méritos que demostró durante la guerra civil luchando contra la República el muy cabrón. Es muy buen militar pero como persona es detestable: no duda en asesinar a toda una familia si desconfía lo más mínimo. Como ayer, en una pequeña aldea judía, que fusiló a tres niños y sus padres porque vivían en la miseria y eso, según él, es intolerable. No me pareció bien que actuase de esa manera, ya que nuestro objetivo en estas tierras, tan lejos de nuestro hogar, son, otra vez, los comunistas. Me veo en la obligación de luchar ahora contra quienes antaño simpatizaba, en los felices años de nuestra Segunda República. No tengo elección.
Samuel García, un soldado de artillería, ha hecho de traductor simultáneo alemán-español, dándonos así las órdenes que debíamos cumplir en la Operación Barbarroja.


Día 7 de julio de 1941:

Me encuentro ahora mismo, mientras escribo estas líneas en la libreta, escondido en una trinchera, escuchando los atronadores estallidos de bombas y gritos de seres humanos. Todo el pelotón esperamos a que el sargento Gutiérrez (que además de sargento es francotirador de asedio) elimine a un francotirador soviético. Los planes que tiene son que alguien se descubra para que el francotirador ruso le dispare y, así, descubrir su posición. Para ello ha enviado a un soldado raso vestido de cabo. En menos de dos minutos ha sido atravesado por una bala y en menos de dos segundos después, nuestro sargento ha abatido al francotirador enemigo con un disparo entre ceja y ceja. Un sanitario ha ido corriendo hasta nuestro hombre, pero sólo le ha puesto morfina para que muera dulcemente. Hoy es San Fermín y yo aquí, haciendo la guerra de los fascistas en lugar de jugar con las bestias vacunas. Qué frío hace.

Día 21 de julio de 1941:

Ayer, al fin, pudimos realizar un avance estratégico eliminando unos cien rusos con nuestra artillería. Los cogimos de sorpresa: fuimos por detrás de ellos, rodeándoles, y dejamos una mina antipersona en la misma puerta de la carpa donde estaban. Al explotar se abrió un boquete en la pared y la Lutwafen alemana remató la faena desde el aire. Ha sido una gran estrategia improvisada del sargento Gutiérrez. Los pocos soviéticos que han quedado vivos han huido quemando las casas y dejándonos prácticamente en la intemperie. Presiento que vamos a tener que volver por donde hemos venido.

Día 3 de agosto de 1941:

La munición y el alimento escasean, por no mencionar el cansancio acumulado, el frío y la jodida técnica de la tierra quemada de los rusos. En el horizonte se distingue una multitud de enemigos superiores en número a nosotros. Creo, sinceramente, que si ganamos esta batalla no seguiremos mucho más adelante.

Día 5 de agosto de 1941:

Estamos acorralados en una ladera. Se habla mucho de que mañana van a entrar a tomar prisioneros, pero Gutiérrez dice que nada de eso, que resistiremos hasta el fin.


Día 8 de agosto de 1941:

No sé cómo todavía, pero hemos vencido. Estábamos, dos días antes, disparando, hiriendo y asesinado cuando, de pronto, oímos el salvador ruido del Messencher 109, caza alemán, sobre nuestras cabezas. A todos se nos puso el empeño en el corazón de salir a por ellos. El sargento Gutiérrez dejó su rifle y se encaminó vertiginosamente y sin intención de esquivar las balas hacia las trincheras enemigas con una navaja cogida por los dientes. Lo han abatido, pero hemos vencido. Y esto es lo que más me molesta.

1 comentario:

Sergi T. dijo...

¿Hablas de la División Azul?

¿Está inspirado en alguna experiencia próxima?

Me gusta la reflexión. Quizás demasiado breve. Un poco más de tiempo hubiese hecho que el relato llegase de otra forma.