miércoles, 25 de marzo de 2009

Relato sobre la vida y la muerte


burren modo "respuestas"

Esta es la historia de un alemán llamado Kasimir al que le gustaba que le metieran el dedo por el culo. Era una costumbre familiar, pero él la decidió llevar hasta tal extremo que por poco destruye el universo. Pero empezaré por el principio.

Cuando era niño jugaba en el equipo de fútbol de su colegio como interior derecho. Durante un partido de fútbol se colocó debajo de la portería para defender un corner. Un delantero del equipo rival remató y la pelota le dio en la barriga desplazando y apretando fuertemente su trasero al poste izquierdo. De repente sintió como si se hiciera de día en su interior. Con la sonrisa puesto se fue paseando por los parques de su ciudad medio cojeando pero más feliz que una perdiz.

Cuando tuvo novia, le pidió por favor que durante los coitos le introdujera el dedo pulgar por el recto ya que eso le satisfacía enormemente. Su novia, un tanto perpleja, aceptó y lo hizo. Al poco tiempo Kasimir le pidió que le metiera más de un dedo porque su ano se iba haciendo cada vez más y más grande hasta que llegó un momento en que tenía que meterle todo el puño (y en ocasiones el brazo hasta el codo) para que sintiera placer. La novia se cansó porque pensó que podría ser homosexual, por lo que le dejó por otro chico al que no le gustaba que le metieran cosas por el culo. Kasimir no sintió en absoluto la pérdida de su novia, ya que cuando ella se marchó fue a la nevera y vio una banana aún verde y dura, y como aún estaba sin ropa probó suerte con ella. Le satisfizo pero no lo suficiente. Se vistió y bajó a la ferretería, compró una tubería rugosa pero se cansó de ella a la tercera vez.

Ya en la universidad, su clase organizó un viaje a Nueva York, donde la Estatua de la Libertad salvaguardaba el océano Atlántico. Subieron hasta la cabeza para observar las preciosas vistas pero Kasimir se zafó del grupo y subió aún más arriba, donde estaba la antorcha. Se bajó los pantalones y se la introdujo. Algo extraño sucedió entonces: Kasimir notó que descendía progresivamente y en cuestión de veinticinco segundos la Estatua de la Libertad desapareció por completo así como toda la gente que había dentro. Kasimir se los había metido por el culo.

Después de eso decidió viajar de ciudad en ciudad visitando los monumentos más grandes del mundo. Las ocho maravillas le duraron siete días. Además de eso, fue probando con otros monumentos más o menos grandes y en cosa menos de dos meses el planeta Tierra se quedó sin historia cultural.

A pesar de su afición por introducirse edificios y monumentos históricos por el recto, Kasimir era una persona muy solidaria, por lo que decidió viajar a África con la esperanza de acabar de una vez con el hambre en el mundo. Dicho y hecho, se metió a todo el mundo que pasaba hambre por el culo y cuando acabó con ellos, con toda la demás gente del planeta. Llegó el momento en que se encontraba sólo en la Tierra. Sentía mucha lástima porque no quedaban cosas alargadas que llevarse a la boca (a la de abajo, claro está).

Mas de pronto, en el bosque Negro observó que un arbolito intentaba crecer, pero sólo medía unos cinco centímetros. Pensó “algo es algo”, se bajó los pantalones y se agachó. Todas las raíces que quedaban en el bosque y en todo el planeta fueron siendo absorbidas por su culo hasta que el planeta desapareció por completo y el explotó desapareciendo también debido a la presión.

Y aquí se creó el primer agujero negro de la historia, en el culo de Kasimir.